Andando el camino con una paleta de colores en la mano...

lunes, 14 de febrero de 2011

Regresando a América

A finales del mes pasado y principios de este me fui de viaje a España. Ahí recorrí Madrid, las montañas preciosas de Sierra Segura, Granada, para terminar en un pequeño lugar llamado Colmenar el Viejo.

Fui a un Congreso de Sanación con Obsidiana, organizado por mi maestra Ana Silvia Serrano, donde fui ponente compartiendo la visión mesoamericana del mundo, la creación de espacios sagrados para facilitar la sanación.

Me encantó España, a pesar de estar al otro lado del oceáno me era tan conocida; la arquitectura, las formas de vivir, de construir, de vivir con el agua, los colores, etc.
Al caminar en Granada era como estar caminando otra vez las calles de Taxco, México, donde viví más de un año.
Estar allá me ha hecho comprender tantas cosas y costumbres mexicanas y nuevo mexicanas.
Tanto que aprender, tanto que ver, tanto que escuchar, tanto que saborear, solo espero haber estado atenta a todo para llevarme un poquito conmigo de toda esa cultura.
La gente si es diferente, para un latinomericano, a quien nos gusta tanto la suavidad en el trato y el lenguaje puede resultar un poco brusca la manera de hablar tan directa.

España ha sido para mi un confrontación con mi misma, me ha mostrado que es necesario andar, pensar, sentir, comer, vivir, de manera impecable, ser uno consigo mismo, tener armonía entre el pensar, el hacer y el sentir. De lo contrario las energías del lugar se encargan de evidenciarlo.

Eres o no eres...
Y yo fui...

También fue para mi un reencuentro con mi niña interior, con miedos, claro, pero también con ojos nuevos, ojos que descubren el misterio, oidos que escuchan lo nuevo, paladar que paladea los nuevos sabores, corazón abierto para adentrarme en un sitios diferentes, pero no tan desconocidos.
Diversas culturas entrelazadas en ese territorio, judíos, moros y cristianos. De entre lo árabe tuve la deliciosa oportunidad de disfrutar un baño estilo árabe, que me adentró en un mundo de olores, texturas, sensaciones y visiones que me maravillaron, así como la belleza visual de la Alhambra. De lo judío me llevo la experiencia de haberme hospedado en una Judería en el barrio judío, y a ella agradezco la plática con el hombre holandés: tanto que hablar sobre los otros mundos y las otras dimensiones. Y de los cristianos la visita a la iglesia de la Virgen de los Remedios en Colmenar el Viejo.

Agradezco al Universo esta bella oportunidad para vivir y aprender, para conocer físicamente a mis amigos, Inés, Juanvi y Jairo, por haber conocido nuevos amigos, por ver a mis ya conocidos amigos, por los abrazos, por los besos, por el vino que compartimos, por las manzanas, por la avena, por la chía, por la miel, por los pescados, por el aceite de olivo, por las nueces, por las interminables pláticas, por el fuego, por la nieve, por el frío, por el pantano, por el romero, por la lavanda...
Por el encuentro, por el re-encuentro, por lo que viene.

Vibrando en amor y cariño.
Vero

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