Andando el camino con una paleta de colores en la mano...

miércoles, 30 de abril de 2008

Andando el camino... recuerdos de septiembre de 2006

La visita al cerro de Zohuapilli, o cerro del brujo, Puebla, México.

Fuimos (Kent, Emiliano y yo) a conocer el cerro del brujo el sábado 16 de septiembre, ya antes nos había dicho nuestro guía que ahí iban las parteras, y en general los curanderos y curanderas a dejar sus ofrendas para pedir permiso para desempeñarse como tales, entonces en esta visita le pedimos ir a conocerlo.
El camino fue a través de veredas, atravesando fincas de café. Curiosamente empecé a encontrar varias piezas de obsidiana y algunas de cuarzo, fui levantando las más notorias, las que llamaban mi atención, entonces encontré piezas más grandes de cuarzo y otras pequeñas drusas con cuarzos brillantes y transparentes, fue entonces que capté el mensaje, me di cuenta de que tenía que realizar una ofrenda y estaba encontrando tantas piezas de cuarzo y obsidiana para formarla, es así que ya con esta intención clara escogí los pedazos de piedra adecuados y que además querían venir conmigo para formar parte, porque encontré por lo menos un cuarzo que no quiso ser levantado.
Más adelante, nuestro guía nos fue informando sobre las diversas plantas medicinales que encontrábamos en el sendero y sus usos, de esta manera fui aprendiendo más al respecto.
Más adelante en nuestra caminata encontramos varios trozos de piedra, pero con formaciones claramente hechas por el hombre y me di cuenta de que se trataba de vestigios de pirámides y alineaciones arqueológicas pertenecientes a culturas prehispánicas avanzadas, las cuales utilizaban la obsidiana en su vida común, lo deduje al encontrar piezas trabajadas, sobre todo de navajas.
Para ese momento sabía que estábamos andando por suelo sagrado y que debía poner mucha atención y agradecer la oportunidad, por lo tanto el sitio a donde nos dirigíamos debía ser lugar visitado desde hacía siglos.
Continuamos avanzando hasta la cima del cerro, donde se tenía una vista maravillosa de la sierra norte poblana, mostrándose la energía jade en su esplendor, la vegetación exuberante, el verde abarcando toda nuestra vista, las aves volando y sobre todo las mariposas que revoloteaban a nuestro alrededor.
Así llegamos a un pequeño sendero casi totalmente cubierto con plantas, caminamos por 5 metros aproximadamente, sabiendo que teníamos un precipicio al otro lado del camino del cerro y así nos encontramos con el lugar sagrado que estaba en una pequeña cavidad de la roca, ahí se encontraban las ofrendas depositadas por los aspirantes a curanderos y curanderas, así como las dejadas por los deudos de alguno ya muerto, pues ahí mismo son dejadas todas las cosas que utilizaba para curar.
En cuanto llegamos al lugar sentí un golpe de energía densa y poderosa en mi tercer chakra, pero antes ya había tomado la precaución de usar la ombliguera de obsidiana y mi dije también de obsidiana, de esta manera no fue tan fuerte la sensación, supongo.
Sabiendo entonces y sintiendo sobre todo que estaba en un lugar sagrado donde muchas energías poderosas se habían acumulado procedí a colocar mi ofrenda, no teniéndola contemplada anteriormente improvisé un poco poniendo las piezas de cuarzo y la obsidiana sobre una servilleta de papel que llevaba en mi pantalón, lamentando no haber llevado mi copal para dejarlo ahí encendido.
Ya hecho esto observé alrededor y curiosamente llegaron varias mariposas, y comprendí así que la mariposa era otro de mis naguales, la enorme mariposa morpho azul, se manifestaba.
Agradecí mi estancia ahí, la oportunidad de llegar a dejar mi ofrenda y sobre todo agradecí a los guardianes del lugar por permitirlo.
Entonces empezamos el descenso con mucho cuidado, para evitar caídas.
En el camino de regreso encontramos varios manantiales, casi la misma cantidad que al subir, mostrándonos así el origen del nombre prehispánico del lugar, Hueyatla, lugar con muchos manantiales, entonces en algunos de ellos enjuagué los cuarzos que había encontrado al bajar, entre ellos una gran roca con incrustaciones de lindos, transparentes y pequeños cuarzos, pieza que aunque me hubiera gustado traer conmigo la elegí para dejarla en casa de nuestros anfitriones para resguardarlos y protegerlos de energías negativas.
En uno de estos manantiales al estar lavando las piedras encontré pequeños pedazos de cuarzo, que decidí traer para compartirlos con mis compañeras de meditación.
Seguí encontrando además segmentos de obsidiana, tanto tallada como en bruto.
El 18 de septiembre, ya en casa en mi meditación matutina, agradecí mi visita a Atla y sobre todo la oportunidad de visitar el santuario de los y las curanderas, entonces me transladé allá y me vi practicando unos movimientos de brazos, girándolos; me ayudaban a centrar, subir o bajar la energía a voluntad, dependiendo de lo que necesitara, me dijeron mis guías que eran los pases mágicos del baile de la mariposa.
Después como águila, otro de mis naguales empecé a volar y bajé finalmente como jaguar, el último de mis naguales. ¡Todo fue extraordinario!
Después regresé al centro de la tierra y pregunté sobre la enfermedad que había pescado en Atla, una infección fuerte en mi cuero cabelludo, me dijeron mis guías que era una última prueba para demostrar mis conocimientos y ser una tícitl (mujer que cura, adivina, chamana), esto me emocionó mucho, porque estoy pasando por un rito de iniciación como tícitl, entonces me vi con un cuarzo en mi mano derecha, una pieza de obsidiana en la izquierda y me dijeron que el jade era yo misma, estaba dentro de mí, en mi corazón y en mi segundo chakra, también dijeron que siguiera trabajando con la triada sagrada, (obsidiana, jade y turquesa) esta última era la que nos ayudaba a contactar con nuestra divinidad, y entonces apareció en mi cabeza una diadema de turquesa, y tenía también una corona de flores, una diosa, la diosa del agua: Chalchiuhtlicue me baño con agua de color verde y chupo de mi cabeza, donde tenía el problema.
Entonces agradecí la enseñanza y mi oportunidad de ser una tícitl, aunque esto ocurriría cuando me curara a mí misma, para así ser capaz de curar a los demás.
Esta fue mi experiencia en el sitio sagrado del cerro del brujo y quise compartirlo con ustedes, mis compañeras y compañeros del luminoso camino.

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